Leyendas de Puebla: El doliente de San Diego Cuachayotla

Leyendas de Puebla: El doliente de San Diego Cuachayotla

Las leyendas de Puebla están de vuelta por ello les compartimos las recopilaciones de estos relatos que plasman en su libro Leyendas de Puebla los Maestros Salvador Mómox Pérez y Roberto Vélez de la Torre.

El doliente de San Diego Cuachayotla

En la década de los años cuarenta el tránsito de personas era muy intenso en el llamado Camino Real que comunicaba al barrio de Santiago Mixquitla con las juntas auxiliares de San Matías Cocoyotla , San Diego Cuchoyotla, San Sebastián Tepalcatepec, San Juan Tlautla y Santa María Zacatepec.

En esa época se encontraba en pleno auge la fábrica de hilado y tejidos San Diego Textil, ubicada al oriente, es decir rumbo a la ciudad de Puebla y en la que laboraban cientos de obreros de las poblaciones ya mencionadas.

En una ocasión los obreros del segundo turno salieron de trabajar en punto de las once de la noche. Tomaron camino hacia sus casas y al llegar a la altura de la desviación que conducía al templo de San Diego Cuachayotla escucharon a un niño que lloraba inconsolablemente.

Sorprendidos de que hubiera una criatura a esa hora y en pleno lugar despoblado decidieron buscar al infante causante del llanto.

Lo buscaron en diferentes sitios tales como los sembradíos de maíz, en los alfalfales, en el fondo de las acequias o entre las piedras, inclusive en las copas de los árboles y nunca lo encontraron. Cansados los obreros, abandonaron la búsqueda, más intrigados que cuando la iniciaron.

Cada noche se repetía la misma situación por lo que los obreros y la gente en general temían pasar por ese lugar de manera que los obreros preferían quedarse a dormir en los cuartos de la propia fábrica y los vecinos se encerraban en sus casas desde muy temprana hora.

Ocasionalmente, las personas que desconocían lo que ocurría y que solían pasar por ese lugar, al escuchar tan horripilantes lamentos, corrían despavoridos y otros más que pecaban de osados, buscaron al supuesto infante, terminaban víctima de convulsiones de origen misterioso.

Empezaron a correr rumores por toda la región de lo que ocurría en esa parte del Camino Real hasta que se organizaron intensas búsquedas con el fin de hallar el origen de los lamentos.

Después de mucho hurgar de un lado a otro, por fin encontraron en el fondo de una acequia por la que pasaba muy poca agua, un muñeco de trapo clavado con muchos alfileres por todo su cuerpo aún en la cara y en los ojos.

Al intentar sacar al muñeco, los que se acercaron cayeron transtornados, de manera que desistieron de su intento. En vista de lo anterior se acordo visitar a un sacerdote para que los aconsejara. Este les sugirió que se realizara un exorcismo, así que al siguiente día los espero en el lugar ya indicado.

El clérigo muy previsor ya iba preparado con agua y palma bendita. Inició el rezo correspondiente. A los presentes les pareció escuchar en ese momento un gruñido que salía de la garganta del muñeco de trapo.

El religioso no se detuvo, arrojó el agua bendita con lo que empezó a retorcerse el ente proferiendo una serie de obscenidades en contra del sacerdote. Este lo golpeó con la palma bendita hasta lograr deshacerlo. Finalmente el presbitero recomendó cavar una cepa profunda dentro de la misma acequia a donde arrojaron los restos cubriéndolos con tierra y piedras.

Por largos años se comentó este acontecimiento. Muchas personas aseguraban que el llanto y las obscenidades de este ser seguían escúchandose. También se supo que uno de los caballeros de mayor alcurnia de la ciudad de Cholula que por años había sufrido de una rara enfermedad repentinamente se había aliviado.

Las cosas que resultan incomprensibles para la razón pero que acontecen en la vida de los seres humanos en ocasiones solo tienen ubicación en el campo de lo misterioso y oculto.

yosoypuebla

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