Leyendas de Puebla: La hechicera de San Martín Texmelucan

Leyendas de Puebla: La hechicera de San Martín Texmelucan

Los mitos y leyendas de Puebla están aquí por ello les compartimos las recopilaciones de estos relatos que plasma en su libro Leyendas y Mitos de Puebla el maestro Salvador Mómox Pérez. 

La hechicera de San Martín Texmelucan

En una población cercana a San Martín Texmelucan, en el estado de Puebla, vivía una mujer a la que se le conocía con el nombre de Eduarda, toda la gente le temía porque tenían la seguridad de que era una hechicera muy poderosa, pues mediante brebajes, muñecos con la efigie de las personas y evocaciones al diablo, podía eliminar por encargo a los enemigos de quien se le solicitara.

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Eduarda salía muy poco de su casa, pero cuando lo hacía recorría las calles de la población, de manera imprevista se aparecía en cualquier parte, sobre todo en los lugares que sabía existían niños.

La hechicera se acercaba a los infantes y les acariciaba bruscamente, hasta hacerlos llorar, y si los padres se atrevían a reclamarle y le apartaban al infante de su vista ella de inmediato montaba en cólera, amenázandolos con que se iban a arrepentir. Así sucedía, al cabo de corto tiempo, al niño le empezaba a doler la cabeza, hasta volverse insoportable para más tarde morir irremediablemente.

Pero lo más increíble y espeluznante era que, el niño objeto de sus malas artes, a los pocos minutos de fallecido, se momificaba, es decir que se le hundían los ojos y su piel se secaba hasta quedar convertido en un ser espantoso.

Las personas que ya la conocían y en la imposibilidad de esconder a sus hijos por la sorpresa, se dirigían a ella de la siguiente manera:

Eduardita, Eduardita, aquí está mi niño, por favor acarícielo usted.

La hechiera jugueteaba con el niño, besándolo, llenándolo de saliva por todo su cuerpoy lo mordisqueaba hasta hacerlo llorar. Hasta ese momento lo devolvía a sus padres, con las siguientes palabras:

– ¡Tengan a su chamaco llorón! antes de que me arrepienta.

Así vivió por muchos años en esta población, a donde fueron incontables personas las que muerieon a manos de ese ser infernal, a quien ningún conjuro, oficio religioso o persona pudiera afectarla.

Tanto así que en una ocasión fue traído de la ciudad de San Martín un sacerdote que se le consideraba virtuoso por sus buenas acciones, el que llegó provisto de todo lo necesario para exterminar a la poderosa bruja. La hechicera al ver al clérigo, estalló en carcajadas, burlándose de los oficios del pastor de la iglesia, el que a pesar de sus grandes esfuerzos, tan pronto arrojaba el agua bendita al lugar donde estaba el ente, éste aparecía por su espalda o a un lado.

Por lo anterior, el religioso optó por retirarse, muriendo al poco tiempo de manera inexplicable. Fue hasta cierta ocasión que se le ocurrió a un vecino de esta población, que la única manera de exterminar al maligno ser era traer a la milagrosa imagen de San Martín, quien seguramente sabría como acabar con el mal. Así se hizo, sin más argumento, la población en general aceptó la propuesta, por lo que acudieron con las autoridades eclesiásticas y así se logró que «San Martincito», como así le llamaban los feligreses, se ubicara por algunos días en esta comunidad.

sanmartincito

Los vecinos improvisaron un altar frente a la casa de la bruja, en donde ubicaron a San Martín, y todos reunidos esperaron a que ésta saliera, y cuando lo hizo, levantaron la imagen del Santo Patrono de Texmelucan y a coro empezaron a rezar. La bruja sorprendida, se quedó inmóvil, sin poder articular palabra, recibió de frente el impacto de la sagrada divinidad, lo que ocasionó que este diabólico ser casi de manera instántanea explotara en miles de pequeños trozos, los que con sumo cuidado fueron recogidos por los vecinos y enterrados lejos de la población, en lugar no santo.

Cuentan los vecinos, que el espectro de la bruja apareció por mucho tiempo en las calles de la población, profiriendo amenazas en contra de ellos, hasta que su tumba fue rodeada de imagenes religiosas y bendecida en repetidas ocasiones.

Fuente: Libro Leyendas y Mitos de Puebla
Autor: Salvador Momox Pérez
Edición 2008 páginas 37, 38, 39, 40.

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Nací para comer alitas, beber Bacardí, crear en la Web, jugar videojuegos y además me pagan por eso.

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