Leyendas de Puebla: La cascada de San Pedro Zacatlán

Leyendas de Puebla: La cascada de San Pedro Zacatlán

Los mitos y leyendas de Puebla están aquí por ello les compartimos las recopilaciones de estos relatos que plasma en su libro Leyendas y Mitos de Puebla el maestro Salvador Mómox Pérez.

La cascada de San Pedro Zacatlán

La ciudad de Zacatlán es una destacada población que se localiza al noreste del estado de Puebla; por su tamaño territorial ocupa el séptimo lugar de entre los 217 municipios de la entidad.

Con fuertes raíces indígenas sus pobladores fueron descendientes de las tribus zacateca, chichimeca y de la posterior colonización de los conquistadores españoles, principalmente a través de la «encomienda» a Hernán López de Avila son quienes dieron origen étnico a la actual población de Zacatlán, cuyo significado es «donde abunda el zacate».

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Fué en este hermoso lugar en la década de los años cincuenta del siglo XX donde se inició la bonita tradición de elegir a la reina de la manzana.

Precisamente en el segundo año de llevar a cabo esta actividad las autoridades civiles convocaron a las jóvenes de la población para que participaran en este certámen.

Un éxito rotundo fué el concurso en el que ganó una hermosa jóven llamada Cielo, su belleza física era excepcional al igual que su belleza interior, se dice que se desvivía por ayudar a la gente mas pobre, inclusive le daba objetos de sus propiedad para aliviarles un poco sus carencias.

Su triunfo fué inobjetable; su coronación se llevó a cabo el mismo día del inicio de la feria es decir el 15 de Agosto.

El arreglo del trono fué muy vistoso, con flores y fruto.

Peculiaridad que hasta la fecha no se ha podido igualar. Ese día para Cielo fué el más feliz de su vida; le colocaron su corona y recibió su cetro. Vestía una radiante blusa bordada de colores de mangas cortas que quexquemetl blanco con borlas en el exterior, falda negra de enredo larga y tableada, ceñidor de lana negra, collares de canutillo multicolor, huaraches, grandes aretes de oro y rebozo.

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Al día siguiente Cielo acompañada de sus princesas se trasladó a la cascada de San Pedro, de gran belleza natural, cuya caída de agua es de más de 20 metros y en su parte más baja hay grandes piedras en las cuales se podía pasar pisando sobre ellas.

Era un lugar paradisíaco, ya que al caer el torrente de agua producía una nube de pequeñas gotas de agua lo que a cierta hora del día formaba un extraordinario arcoiris.

Todas se bañaron en esa cristalina corriente, juguetearon y al correr sobre las piedras Cielo resbaló y cayó, el golpe fué mortal, nadie lo podría creer, fueron muchos días de llanto incesante de la mayoría de la gente de la población, quienes para mostrar su dolor formaron hileras interminables para visitar al cadáver desde su velación y después en su tumba. La mayoría coincidió, que el rostro de Cielo parecía como si jamás hubiera muerto.

Pocos días después se apareció, en la orilla de la cascada la silueta de Cielo quien rodeada de una luz resplandeciente brincaba de piedra en piedra y jugueteaba con la espuma del agua.

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Este asombroso acontecimiento, lejos de causar espanto en la gente, motivó a que se multipliacaran los rezos por el eterno descanso de su alma, hasta que en una noche en la que la Luna y las estrellas resplandecían muchas personas fueron testigos de la segunda coronación de Cielo, seres angelicales se veían bajar uno a uno; eran tan hermosos como ella, pero que los curiosos lograron identificar como antiguos habitantes de Zacatlán que en su vida se habían distinguido por haber sido ciudadanos bondadosos.

Después de esa noche, terminaron las apariciones y por fin Cielo pudo tener su alma en paz.

No cabe duda que las almas piadosas y caritativas seguramente moraran en el limbo en una zona donde la felicidad es eterna los cuerpos no importan, las enfermedades y el hambre no se conocen y en donde confundirse con el viento es lo más natural.

Fuente: Libro Leyendas y Mitos de Puebla
Autor:
Salvador Momox Pérez
Edición 2008
páginas 9, 10, 11, 12.

Imágen de Portada (Flickr con atribución Creative Commons).

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Nací para comer alitas, beber Bacardí, crear en la Web, jugar videojuegos y además me pagan por eso.

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